miércoles, 24 de junio de 2009

Angel


El sol cae sobre el horizonte
Rojo como la sangre derramada
mis piernas tiemblan y mi corazon esta agitado
mi alrededor cubierto de cuerpos ya sin vida
mis ojos nublados agradecen no ver bien aquella masacre
pero mis oidos captan aun los gritos ahogados de entre las pilas de mis compañeros

Un fuerte dolo aqueja mi mano
es la tencion de los musculos que aun no han soltado la espada
la cual ya esta mellada y oxidada, pues tiene varios años

Esta no es la primer batalla que se lucha
y no sera la ultima que se pierde

Me muevo entre mis compañeros caidos siguiendo el sonido del arrollo
de espaldas a mi el comandante enemigo dicta sus ordenes
escucho pasos atras pero no puedo moverme mas rapido

Del otro lado del rio esta ella
tan bella como siempre
dulcemente extiende su mano que pareciera acariciarme
undo mis pies en el lecho del rio y camino hacia ella

Todo ese obscurece, la punta de una espada se asoma por mi pecho
mi vista se enrojisa y mis piernas flaquean
pero aun esta ella, extendiendo su mano hacia mi

hago un ultimo esfuerzo por alcanzarla
y caigo a sus pies
ella se arrodilla y me acaricia

una lagrima limpia la sangre de mi rostro
es hora de partir

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